En la ciudad de la «vanguardia» y de la «equidad» se sigue menospreciando la voluntad ciudadana. La falta de planeación y de proyectos integrales de obras y servicios que involucren la participación de todos aquellos actores aquejados por la implementación de obras o modificación de servicios, sigue siendo una práctica constante por el Gobierno del Distrito Federal.
El más reciente ejemplo ha sido la construcción de la Línea 3 del Metrobús. A lo largo de sus 17 kilómetros, las voces ciudadanas se han alzado para denunciar y exigir soluciones a las distintas afectaciones ocasionadas por la ejecución de este proyecto. Desde luego, la inversión en transporte público es apremiante, pero ello no exenta que su planeación deba atender a una visión integral y de futuro, en donde también se incluya en su diseño a todos los actores involucrados, de forma que participen desde la generación de la política pública y su implementación no se convierta en un camino tortuoso.
Los proyectos de Corredores de Transporte Público fueron aprobados por el GDF desde 2004, de ahí que la primera propuesta de Metrobús se realizara en el año de 2005 con la Línea 1 que corre a lo largo de Insurgentes.
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