La semana pasada, varios de los más respetados grupos de ambientalistas en el país, inmersos en su mayor lucha política en dos décadas, enviaron a Milwaukee brigadas de activistas con un mensaje: «Estamos perdiendo la batalla». En efecto, la realidad es que cuando los ambientalistas se enfrentan a la poderosa industria de los energéticos, ganan los industriales. Hace un año, los ambientalistas parecían estar en la cúspide, ya que sólo hacía falta la aprobación del Senado para lograr una ley histórica sobre cambio climático. Pero perdieron esa batalla, en gran medida por una economía tambaleante y por la oposición de la industria energética.
La pelea de Washington por el cambio climático no ha concluido, la EPA está fijando estrictas normas, pero tanto la industria como los legisladores de estados energéticos bloquean dichas normas. Lo que es peor, los avances que se vaticinan para los republicanos en las elecciones de noviembre permiten augurar que el plan climático de Obama tiene escasas posibilidades.
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