La balanza en la guerra contra la inteligencia artificial (IA) se está equilibrando. Luego de que este año iniciara en medio de un generalizado entusiasmo por estas tecnología, que prometen, sobre todo en el ramo de las artes visuales, crear imágenes realistas o incluso copiar el estilo de otros con solo unos cuantos comandos, pronto fue evidente que tal promesa está llena de problemas éticos.
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