Si la pandemia por COVID-19 ha sido abrumadora, el regreso a las dinámicas sociales puede añadir un peso más a las preocupaciones que traemos a cuestas. Desde marzo de 2020, la incertidumbre, la pérdida, la falta de espacio y el encierro han detonado brotes fuertes de depresión e inestabilidad en las personas. Ahora, con las jornadas de vacunación más avanzadas, el regreso a la normalidad podría detonar cuadros de ansiedad infantil en las generaciones más jóvenes.
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