La crisis del coronavirus de estos últimos meses ha generado un cambio de hábitos a nivel global; entre ellos el reemplazo del contacto cara a cara por el uso de plataformas de videoconferencia. La repentina popularidad de estas últimas (ya en abril eran usadas por medio billón de personas) también ha ido de la mano de todo tipo de problemas relacionados con la (falta de) privacidad.
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