Las mascarillas que se usan para protegernos del coronavirus, como las N95 en EEUU, tienen una vida limitada. El material filtrante se obtura y las mascarillas se vuelven inservibles tras un solo día de uso. Algunas compañías se encargan de desinfectar mascarillas con vapor de agua oxigenada (peróxido de hidrógeno) para los centros sanitarios.
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