Los usos de la inteligencia artificial cada vez son mayores, y algunos de ellos se centran en el lenguaje, como la IA de Microsoft que promete mejorar nuestra escritura de forma automática. Con otros ejemplos, como Deep TabNine, una herramienta que ayudar a los desarrolladores mediante Deep Learning, queda claro que la IA puede potenciar y continuar el trabajo de los humanos pero, ¿qué sucede cuando el trabajo de una IA se centra en analizar el de otra IA?
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