Mi nombre es Natalie y soy adicta a las compras por internet.
Sí, lo reconozco. Me encanta mirar tiendas web y páginas donde se venden cosas en mi teléfono, aunque no vaya a comprar nada.
Añado cosas a mi carro virtual que nunca pago y pido y devuelvo prendas de ropa con tanta frecuencia que veo a la mujer de la oficina de correos más que a algunos miembros de mi familia.
Así que cuando mi marido y yo decidimos mudarnos a Nueva Zelanda, una de las primeras cosas que pensé fue: «¿Qué voy a hacer con todas mis cosas?»
En primer lugar, odio el desperdicio. Suelo donar cosas a las tiendas benéficas y me dan sudores fríos cuando alguien pone algo en el contenedor de reciclaje inadecuado (que suele estar claramente especificado). Así que tirar las cosas no era una opción.
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