La tecnología de reconocimiento facial, que permite identificar la identidad de una persona al analizar los rasgos de su rostro (vía algoritmos y bases de datos) está en auge. Por ejemplo, autoridades de inmigración avanzan en su uso para reconocer a los viajeros que salen del país (y con ello, por ejemplo, identificar a las personas que permanecieron en el país más allá de lo que marcaban su visas) y las fuerzas de seguridad comienzan a utilizarlas para reconocer a sospechosos o detectar a prófugos con base en imágenes de cámaras urbanas.
Incluso, redes sociales como Facebook la usan, no sin fuerte controversia, para identificar a personas en fotografías. Y son muchas las entidades y técnicas que se utilizan y están en proceso de aplicarse en este campo, que se encuentra en singular tensión con la protección de la identidad y la privacidad de las personas.
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