La cercanía de los smartphones y las redes sociales puede llevar a la dependencia y, con ello, a severos estados de ansiedad. ¿sabes si sufre de tecnoestrés?
Lo que más le costó a Rosario Domínguez –una capitalina de 65 años, madre de tres hijos y abuela de cinco nietos– fue aprender a utilizar el celular que sus hijos le regalaron para mantenerse en comunicación. A regañadientes aprendió a contestar el teléfono pero nunca pudo realizar llamadas, pues se declaraba enemiga de las nuevas tecnologías, más por desconocimiento y temor. Pero cada vez que podía aprovechaba para criticar a sus nietos e hijos porque se la pasaban todo el tiempo “conectados” a sus aparatos. No fue sino hasta después de un año de ruegos que aceptó que una de sus nietas le explicara el funcionamiento básico de las redes sociales, le instaló Whatsapp y desde entonces doña Rosario fue “desconectándose” de su familia.
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