La historia se repite una y otra vez: el periodista escribe una historia -como el texto que estás leyendo en este momento- y luego tú, el que lee, dejas tu opinión en la página web del medio de comunicación, o los comentarios del blog, o las redes sociales.
Pero tus comentarios, dicho con el respeto que el caso amerita y sin querer herir tus susceptibilidades de lector, no siempre son constructivos o fundamentados.
No te lo tomes personal, no se trata de que «justos paguen por pecadores»…
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