El calentamiento global ha hecho que emerja una base estadounidense construida secretamente durante la Guerra Fría en Groenlandia. La instalación, concebida para estar sepultada por los hielos eternos, ahora sale poco a poco a la superficie, trayendo consigo aguas contaminadas y residuos nucleares.
El hielo y la nieve fundida se infiltran en los vestigios de esta estructura escondida, por lo que se teme que haya riesgos de que sean vertidos al océano aguas contaminadas, químicos como los policlorobifenilos (PCB) y residuos radioactivos.
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