Un diminuto enjambre de sensores moviéndose por tu interior para comprobar tu estado de salud; recorriendo los campos de cultivo en busca de parásitos y plagas; recopilando información en el campo de batalla; disperso por el hormigón de un puente para detectar potenciales fracturas; siguiendo las migraciones animales o comprobando en un futuro la habitabilidad de algún planeta… El límite lo pone tu imaginación.
Nos referimos al smart dust (o polvo inteligente), sensores microscópicos que podrían captar casi todo –humedad, temperatura, señales químicas, movimiento, ondas cerebrales– en todas partes y que quizá cambien nuestra relación con el mundo.
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