El intento de una pareja de lidiar con el cáncer terminal de su hijo se ha convertido en un nuevo tipo de videojuego «profundo» y «desgarrador».
El día antes del lanzamiento del videojuego, un proyecto que han tardado tres años en completar, Amy y Ryan Green se sentían mal.
«Es un poco surrealista», explica Amy desde su casa en Loveland, Colorado, Estados Unidos.
«Creo que queremos que de verdad esto le importe a la gente normal».
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