Tras el genoma humano, llega el epigenoma humano. Lo que hace un gen no solo depende de su secuencia, sino de otras cosas que se pueden pegar sobre ella (de ahí epi, literalmente «encima de»), como los grupos más sencillos de la química orgánica (metilo, –CH3) y ciertas proteínas especializadas en empaquetar ADN (histonas).
Estas modificaciones epigenéticas explican que, aunque todas las células de una persona tengan el mismo genoma, unas se conviertan en células de la piel, otras en neuronas, y así hasta los más de un centenar de tipos celulares especializados, o diferenciados, que constituyen el cuerpo.
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