Investigadores de la Universidad Rockefeller de Nueva York y la de Pierre et Marie Curie de París muestran ahora que la realidad es justo la contraria, con el olfato humano encaramándose al podio de la percepción por varios órdenes de magnitud: ahora resulta que distingue como mínimo un billón de olores.
Probar empíricamente que nuestro olfato distingue un billón (un millón de millones, o un uno seguido de 12 ceros) de aromas distintos requeriría múltiples generaciones de científicos y toneladas de voluntarios. Los científicos han tenido que ser más sutiles y utilizar la combinatoria para deducir ese número matemáticamente. Sus experimentos toman una muestra que la razón extrapola después.
El olfato es en gran medida una cuestión de combinatoria: el olor de una rosa consiste en una mezcla de 275 compuestos aromáticos, aunque los más importantes para nuestra percepción son solo una fracción de ellos. Los científicos de Nueva York y París han sometido a sus 26 voluntarios -nunca faltan para los estudios neurocientíficos, aunque solo sea por un puñado de créditos académicos- a las mismas 264 pruebas de discriminación entre olores.
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