La nave espacial automática Rosetta, que lleva casi nueve años viajando por el Sistema Solar, se programó hace 31 meses para que el día 20 de enero se despertase del estado de hibernación y se pusiera en contacto con la Tierra.
Si todo va bien, el próximo mes de agosto llegará al cometa 67P/Churyumov-Gesasimenko para cumplir una misión que nunca se ha intentado antes: ponerse en órbita de ese objeto celeste, soltar un módulo de descenso a su superficie y acompañarlo en su viaje hacia el centro del Sistema Solar para investigar el proceso de activación cometaria. Se trata de una de las más ambiciosas misiones científicas de la Agencia Europea del Espacio (ESA).
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