La zoología de las civilizaciones mesoamericanas es inseparable de su entramado cosmogónico, vista como depositaria de fuerzas enigmáticas de la naturaleza y de las epifanías de la creación. Las religiones vincularon a los animales con los distintos niveles cósmicos, llegando a incorporarlos al mismo Ser del hombre, como sucede con el nahualismo y el tonalismo, así como a la naturaleza prodigiosa de las divinidades.
También se estableció esta relación con los ciclos del tiempo calendárico, con al mundo de los muertos o tuvieron funciones como mediadores entre los dioses y los hombres, por lo que de modo frecuente eran incluidos en los rituales. Su protagonismo en el mundo divino fue plasmado en múltiples mitos.
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