Fundar un emprendimiento puede parecerse mucho al matrimonio: hay amor y emoción en los primeros días, pero muchos terminan en caóticas rupturas y demandas. Es por eso que en Estados Unidos, un abogado ofrece a los nuevos creadores de startups un servicio que él llama «el acuerdo prenupcial del fundador».
Hace tres años, el abogado Nigel Austin comenzó a redactar disposiciones legales para emprendedores tecnológicos que siguen el modelo de los acuerdos prematrimoniales. Si el emprendimiento explota, todos están protegidos en papel.
A los fundadores de startups que contratan a Austin se les presentan distintos escenarios: ¿qué sucede si los fundadores no se llevan bien, si alguien tiene un accidente, quiere reubicarse, o quiere abandonar el negocio? Los acuerdos son formalizados. La participación y contribución de cada fundador queda por escrito.
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