El hecho de que llevasen cinco años discutiendo el proyecto de ley da fe de lo delicado y polémico del asunto. En plena era informática, parecería increíble pensar que un gobierno pudiese llegar a prohibir el registro de patentes de software, pero es justo lo que acaban de hacer en Nueva Zelanda, y de hecho la cuestión lleva siendo objeto de acalorados debates en otros contextos, como el de la Unión Europea, donde desde 2005 están restringidas las patentes de «programas de ordenador» cuando estos sean considerados «como tales», un término tan ambiguo que admite interpretaciones para todos los gustos.
Ahora, en una votación histórica, la 117-4, los parlamentarios neozelandeses se han puesto de acuerdo para suprimir los programas informáticos de su sistema nacional de patentes.
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