Todos hemos visto la mirada concentrada que adopta un niño pequeño al agarrar un iPad o un iPhone. Se muestran tranquilos y absortos con el aparato. Para Gary Small, profesor de psiquiatría de la Universidad de California en Los Ángeles, estos dispositivos son como “la cocaína del mundo de los juguetes”.
“Nuestros hijos son más inteligentes que nosotros utilizando tecnología, pero probablemente tengan mayores dificultades a la hora de tener una conversación”, dijo Small.
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