Investigadores del Hospital de Bellvitge en Barcelona, en colaboración con expertos del Hospital del Mar y la Universidad de Melbourne (Australia), han comprobado que los pacientes con trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) poseen una mayor sensibilidad moral y muestran mayor preocupación.
Mediante técnicas de resonancia magnética funcional, los expertos estudiaron las bases neurofuncionales de esta mayor sensibilidad moral. Así, se midieron las activaciones cerebrales de un grupo de 73 pacientes con TOC y 73 controles sanos ante la presentación de diversos problemas morales, en las que los sujetos debían optar entre dos alternativas de consecuencias muy negativas. Por ejemplo, se les planteó el dilema del bebé que llora, clásico en las clases de filosofía. Se situaba hipotéticamente a los participantes en una guerra en la que soldados enemigos acechan su aldea y todos los vecinos se esconden en un sótano en el que hay un bebé que empieza a llorar. Si alguien no le hace callar, los soldados les descubrirán. ¿Sería lícito ahogar su llanto, con riesgo de asfixiarlo, para salvar a todos los demás?
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