La estructura ósea de un individuo fue encontrada en un entierro con más de 500 años de antigüedad en el Centro Histórico de la Ciudad de México, en las faldas del Templo Mayor de la otrora Tenochtitlan.
Alrededor del esqueleto estaban dispuestos cerca de 789 huesos de niños, jóvenes y adultos. El hallazgo fue hecho por especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), en conjunción con el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta).
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