Cristina Iaboni no era lo suficientemente obesa como para cumplir con el criterio necesario para acceder a una cirugía bariátrica que la ayude a controlar su diabetes tipo 2.
Incluso seis años de medicación e intentos por llevar una vida más saludable fracasaron en la búsqueda por reducir su nivel de glucosa en la sangre, lo que la mantenía aterrada de estar en un camino que podía llevarla a la insuficiencia renal y a amputaciones, consecuencias frecuentes de la diabetes sin controlar.
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