A principios de la década de los 80, el físico George Hadjipanayis recibió una noticia desconcertante: “Un campo magnético increíblemente fuerte causó que los instrumentos del laboratorio se volvieran locos”.
Se dio cuenta de que accidentalmente su equipo había creado un imán de gran fuerza, hecho de un elemento llamado neodimio, que ayudaría a revolucionar la tecnología, impulsando motores de viento y haciendo funcionar autos eléctricos.
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