Internet, al que solíamos ver como herramienta de comunicación global y libre, hace ya tiempo que en China se convirtió en una maquinaria de control político y social sin precedentes. Lejos de ser el agente democratizador que muchos habían vaticinado, la Red ha sido adaptada en el gigante asiático para fortalecer el control estatal y limitar la influencia de ideologías externas.
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