Toda la música suena igual. No importa qué plato haya para comer, siempre sabe a lo mismo. El tráfico, las cenas en familia, el trabajo parecen no tener chispa. En fin: los gustos de la vida parecen mantener un mismo tono, que los iguala y los anula. Así es la vida de una persona con anhedonia: la incapacidad de sentir placer.
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