Cuando vamos a borrar los datos de nuestro disco duro (por ejemplo, los mandamos a la papelera de Windows, y la vaciamos después), el archivo habrá desaparecido de su carpeta original. Sin embargo, en realidad el archivo no se ha eliminado, sino que aún sigue estando en el disco duro; simplemente se ha marcado su espacio como «libre» y está a la espera de que otro archivo pueda sobrescribir sus datos y ocupar su lugar. Lo mismo ocurre cuando formateamos el disco duro. Su superficie se marca como «libre», pero en realidad los datos siguen estando ahí.
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