Cuando BMW y Daimler anunciaron una colaboración de más de US$1.000 millones la semana pasada para desarrollar «servicios de movilidad» juntos, fue una clara señal de cómo la industria automotriz ha cambiado.
Estos gigantes alemanes que tradicionalmente eran duros rivales, ahora planean trabajar en automóviles autónomos, servicios de viajes compartidos y autos pagados en función de su uso.
Este convenio es apenas el último de una creciente tendencia de alianzas comerciales entre fabricantes tradicionales que se están preparando para un futuro incierto, en el que la próxima generación tecnológica podría transformar la industria y Silicon Valley podría sonar más fuerte que Detroit o Wolfsburg.
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