Los primeros proyectos de ciudades inteligentes parecen sacados de libros de ciencia ficción. Las autopistas mandan señales para cambiar carriles de sentido, justo en el momento en que va a crecer el tráfico de regreso del trabajo; las luces de semáforos se ponen en verde cuando se necesitan; los camiones recolectores de basura pasan exactamente cuando no van a estorbar a otros vehículos y cuando en las casas se acumularon los desechos. Los vehículos envían datos para planear mejores carreteras, los edificios se conectan con la red eléctrica de la ciudad.
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