Todo el aire, desde los desiertos áridos hasta las ciudades húmedas, contienen vapor de agua.
Según se estima, en todo el planeta, el aire húmedo contiene 12.900 kilómetros cúbicos de agua, una cifra superior a los 11.600 kilómetros cúbicos que conforman el cauce del Lago Superior, el más grande de América del Norte, y que los 2.700 kilómetros cúbicos del Lago Victoria, el más grande de África.
Pero no estamos hablando de nubes, sino de la humedad del aire que respiramos, que reaparece como las gotas de agua que suda una lata de refresco frío o el rocío de la mañana sobre el césped.
Existe en la actualidad una carrera tecnológica por cosecharla como agua apta para beber. Si los dispositivos emergentes de «agua del aire» (WFA por sus siglas en inglés) lo consiguen, eso sería un gran avance en el camino para resolver los problemas mundiales de agua dulce.
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