Cuando Chrome se lanzó hace 10 años todos aplaudimos aquella iniciativa de Google. Todo parecían aciertos en un navegador abierto, innovador y en el que simplicidad, soporte de estándares y velocidad eran pilares fundamentales de ese navegador web.
Mucho ha llovido desde entonces, y aquel navegador luminoso se ha ido oscureciendo. En Chrome 69 las luces se apagan aún más, porque el inicio de sesión automático que ahora converge entre Chrome y los servicios de Google plantea una amenaza a nuestra privacidad y también a la confianza que teníamos en Google, si es que quedaba algo de ella.
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