Se trata del intersticio. Al parecer los investigadores habían creído durante mucho tiempo que la red de tejidos que rodeaba nuestros órganos era una capa gruesa y compacta. Eso es lo que veían cuando miraban en el laboratorio, al menos fuera del cuerpo.
Sin embargo, en una endoscopia de rutina (una exploración del tracto gastrointestinal), una micro cámara reveló algo inesperado. Cuando se observó en un cuerpo vivo, este tejido conectivo resultó ser “un espacio abierto lleno de líquido apoyado por una red hecha de gruesos paquetes de colágeno”, según explicó el patólogo y autor del estudio, Neil Theise, a ResearchGate.
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