Desde 2015, diversas cortes en China, Estados Unidos y Europa han sostenido una nutrida batalla legal sobre la propiedad y aplicación de las patentes relacionadas a la edición del genoma humano, esa tecnología que es capaz de crear “humanos de diseño”.
Hasta ahora, China es quien lleva la delantera en las aplicaciones de esta tecnología llamada CRIPR, en humanos, mientras en Estados Unidos –el campo en el que se tiene el segundo mayor avance– el MIT y el Instituto Broad de Cambridge y la Universidad de Berkeley se disputan dicha propiedad intelectual en un juicio que continuará en 2018; sin embargo, a la par de las discusiones, expertos en el campo de la edición genética han levantado la ceja ante sus repercusiones sociales.
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