Se dice que el presidente de Estados Unidos, Theodore Roosevelt, leía varios libro al día, rotando las lecturas en función de sus intereses literarios y de su estado de ánimo.
Algunos los dejaba por la mitad y volvía a retomarlos más tarde. Así, en un día normal ya se había leído uno antes del desayuno y entre la tarde y la noche caían otros dos más.
Sin embargo, esto no es posible para la mayoría de los mortales, ya sea por falta de tiempo, capacidad de atención o una mezcla de las dos cosas.
Pero las nuevas tecnologías pueden convertirse en aliadas de los más vagos -u ocupados- gracias a nuevas aplicaciones que prometen reducir tomos enteros a apenas 15 minutos.
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