No es ningún secreto que el Galaxy Note 7 de Samsung se convirtió en la pesadilla de la compañía surcoreana durante los últimos meses.
A tan solo dos semanas de su lanzamiento (en agosto), ya se habían documentado más de 30 casos de teléfonos que explotaban. Con el tiempo la situación empeoró, hasta que la empresa no tuvo más remedio que llamar a revisión a los dispositivos y cancelar las ventas.
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