A primera vista, el cobertizo, ubicado en un jardín trasero de una casa de Swansea, en Gales (Reino Unido), no parece nada destacable.
Pero si uno se adentra un poco inmediatamente escucha el zumbido de una máquina que trabaja duro.
Y, al abrir la puerta, se encuentra un espacio atiborrado de equipamiento y líneas de aislamiento de aluminio en las paredes.
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