En lo alto de un edificio o al borde de un precipicio. Junto a animales salvajes o en las profundidades del mar.
Con la mejora de la tecnología, cada vez es más fácil hacerse a uno mismo fotografías espectaculares.
Pero eso también ha hecho que en los últimos años haya aumentado el número de personas que mueren tomándose los populares selfies.
Así lo ha constatado un equipo de investigadores de la Universidad Carnegie Mellon, en Pittsburgh, Estados Unidos.
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