Suenan como el tipo de arsenal controlado por un villano de las películas de James Bond: megabuques de doble casco, láseres, robots submarinos y sierras de diamante.
Pero son en realidad las herramientas que necesitarán los ingenieros para deshacerse de cientos de plataformas de petróleo y gas que operan en yacimientos que pronto quedarán abandonados en el Mar del Norte.
Mientras los parques eólicos, una fuente de energía más ecológica, comienzan a poblar sus aguas -en la actualidad hay 3.000- las plataformas de petróleo y gas de la zona que ayudaron a impulsar la economía de Europa durante 40 años se enfrentan a un ignominioso fin en depósitos de chatarras.
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