El mundo futurístico retratado por el escritor británico Edward Morgan Forster en su cuento de ciencia ficción «La máquina se detiene» (1909) resulta inquietantemente familiar.
Las personas se comunican entre sí a través de pantallas, las interacciones cara a cara se han convertido en algo extraño, y el conocimiento y las ideas se comparten a través un sistema que vincula cada hogar.
Pero ese mundo no fue imaginado por un escritor contemporáneo, sino por un autor más bien conocido por sus novelas sobre clases sociales e hipocresía…
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