Desde la creación del primer antibiótico, la penicilina, investigadores se han preocupado por la resistencia antibiótica. La CDC (Centers for Disease Control and Prevention) estima que 23,000 personas mueren cada año como resultado directo de infecciones de cepas de bacterias resistentes a estos medicamentos.
Investigadores, de la Universidad de Berna, en Suecia, están trabajando en una forma de evitar este fatídico destino, buscando opciones de tratamiento que vayan más allá de los antibióticos.
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