Una semana después de que el telescopio espacial Kepler hallara a un «primo más viejo y grande» de la Tierra, los científicos chinos se enfocan en un «oído» supersensible, con la esperanza de descubrir quizás más «primos» de los seres humanos.
En un valle en lo profundo de la montañosa provincia de Guizhou, suroeste de China, miles de pilares de acero blanco y cables rodean un gran hueco natural.
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