Cuando se crea una nueva cuenta, ya sea de correo electrónico o en alguna página de Internet, normalmente se debe pasar por ese tedioso momento en el que hay que cambiar el nombre de usuario una y otra vez hasta que después de varios intentos alguno es autorizado. Esto significa que nadie más (hasta el momento) tuvo la ingeniosa idea de utilizar ese nombre.
En ese momento, se es puesto a prueba para crear las combinaciones más creativas entre letras, signos y números. Sin embargo, cuando se trata de crear la contraseña, el sistema sólo hace recomendaciones para blindarla y volverla más segura, pero no se sabe si alguien más ya la eligió.
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