El rey Ricardo III de Inglaterra dio la misma guerra vivo que muerto. Su derrota y muerte en la batalla de Bosworth en 1485 pondría fin a la dinastía de los Plantagenet, pero no a una eterna e insaciable búsqueda de vestigios que pudieran arrojar luz a la historia, 529 años después. Día y noche, los arqueólogos han escarbado bajo un aparcamiento en Leicester donde fueron a parar los huesos del vilipendiado monarca. La investigación ha sido extenuante, pero por fin ha terminado. La Universidad de Leicester da por terminada la búsqueda con una contundente conclusión. “Más allá de toda duda razonable se han identificado los restos óseos de Ricardo III».
Un equipo internacional de expertos dirigido por el genetista de la Universidad de Leicester, Turi King, y el genealogista, Kevin Schürer, presentaron la prueba más contundente, publicada este martes en la prestigiosa revista especializada Nature Communications. Hay una coincidencia de ADN entre dos descendientes del monarca y muestras obtenidas del esqueleto.
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