A fines del mes pasado, un gato siamés llamado Coco estuvo vagando en su barrio suburbano de Washington, DC. Pasó tres horas explorando los patios cercanos. Mató a un ratón, cuyo cadáver llevó a casa de su propietario. Y mientras estaba fuera, logró recolectar decenas de redes Wi-Fi de sus vecinos y la identificación de cuatro routers que utilizan un sistema de antaño, lo que los deja totalmente desprotegidos.
Esto se consiguió gracias a un collar especial que portaba el gato al momento de su paseo por el barrio, información que se proporcionó en una simpática demostración que se realizó en el Defcon de Las Vegas con un gato. Se trata de una actualización del concepto de wardriving donde los hackers cruzan un móvil con un ordenador portátil, en busca de redes abiertas o no seguras.
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