Investigadores en Israel resolvieron el misterio de cómo los pulpos logran que no se les enreden los tentáculos.
Las ocho extremidades de este molusco cefalópodo están cubiertas por cientos de ventosas que se pegan a casi cualquier cosa, con una excepción importante: su propia piel.
Los investigadores realizaron un experimento utilizando pulpos vivos y tentáculos cortados.
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