«He esperado 110 años para ser famosa y pretendo aprovecharlo tanto como pueda». La francesa Jeanne Calment no bromeaba cuando pronunció estas palabras durante uno de sus cumpleaños. Aunque ya era una celebridad en Arlés, la localidad de la Provenza francesa en la que nació en 1875, disfrutó de su fama otros 12 años. Falleció al 4 de agosto de 1997, cuando tenía 122 años, cinco meses y 14 días. Una edad récord que la convirtió en la persona más longeva del mundo cuya edad ha podido ser documentada. Y es que uno de los principales problemas a la hora de estudiar a los supercentenarios (personas que han cumplido 110 o más años) es la dificultad de confirmar su edad por la escasez o poca fiabilidad de los registros. El caso de Jeanne Calment, a la que nadie ha superado en edad, y el de otros supercentenarios son seguidos con interés por los demógrafos que investigan las claves de su longevidad y cuál es el límite para la vida.
Desde 1990, alrededor de 20 personas en todo el mundo han llegado a los 115. Según un estudio liderado por Bernard Jeune en el que también participó James Vaupel, las trayectorias vitales de los ciudadanos estudiados no tienen apenas puntos en común, más allá de que «nunca habían sido obesos y de que, o bien no fumaban, o fumaban poco».
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