Durante los meses de abril y mayo de 2012, los instrumentos de la sonda Voyager 1 de la NASA registraron una densidad de electrones similar a la del medio interestelar que se extiende más allá de los dominios del Sol. El hallazgo parecía confirmar que la nave había escapado a la influencia del astro, sin embargo, aún faltaban datos para disipar la desconfianza de los científicos de la agencia estadounidense.
Varios artículos, entre ellos tres publicados durante el pasado mes de julio en la revista Science, ya apuntaban a la disminución de partículas solares como la evidencia de que la transeúnte galáctica había alcanzado la heliopausa, la zona de transición que actúa como ‘antesala’ de la frontera.
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