Había llegado el día. Un nervioso Steven Sinofsky saltó al escenario ante un expectante público. Estamos en junio de 2012 y Microsoft se juega mucho, ni más ni menos que su estrategia en los mercados de los convertibles y tablets, y al tiempo, el salto de plataforma con la llegada de Windows 8.
El de Nueva York es un veterano de la casa bajo cuyo techo ha protagonizado una carrera meteórica. Posiblemente demasiado meteórica. El ingeniero fue el responsable de la demostración de Surface, uno de los productos más transgresores y arriesgados que han presentado los de Redmond. Todo iba bien, siguiendo el programa a rajatabla y el inquieto Sinofsky se atropellaba presentando las peculiares características del equipo.
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