La corteza terrestre no está formada por una sola pieza; se compone de fragmentos de distinto tamaño a los que se designa como litósfera o placas tectónicas sobre las cuales se asientan las tierras emergidas y se extienden de 100 a 200 km de profundidad.
Estos bloques descansan sobre una capa de roca caliente y flexible, llamada astenósfera, que fluye lentamente a modo de alquitrán caliente y ha ido trasformando la faz de la Tierra. Existen siete grandes placas como la Placa del Pacífico y varias más chicas como la Placa de Cocos frente al Caribe. Las zonas donde se experimenta una mayor actividad sísmica y volcánica son precisamente las que se ubican en el punto de unión de dos o más placas tectónicas, sin embargo, existen placas menores o micro placas donde se intensifica la actividad de ambos fenómenos naturales.
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